Los tiefling de Astarte son el legado andante de la diosa que les da nombre. Físicamente se caracterizan porque su piel es de colores rosados o pasteles, en ocasiones moteadas de pecas blancas o tierra como si de ciervos se trataran, y porque sus cuernos suelen asemejarse a cornamentas de ciervos o alces. Además, su cola suele acabar en forma de corazón, una huella directa de la diosa de la cual toman su nombre.. 

Si bien no son tan abiertos como los godot, otro rasgo que suele venir de su ascendencia es su carácter afable, curioso y abierto con quienes llegan al plano, y por eso justamente suelen salir del plano a buscar aventuras, aunque la mayoría de ellos vuelven pasado un tiempo a ayudar a la comunidad. Sin embargo, el bosque habita en sus ojos, ya que estos suelen ser de tonos similares a los de la madera o las hojas del árbol en el que hayan nacido, en el momento en el que hayan nacido. 

Algunas de las aficiones que suelen compartir los Tielfling de Astarte son los juegos de palabras y de lógica. Estos últimos suelen ser especialmente importantes en las reuniones familiares, ya que es normal utilizarlos como forma de comenzar una conversación con alguien desconocido. No es sólo la dificultad del acertijo lo que sirve de carta de presentación, sino también la forma en la que se recita y cómo se ayuda (o no) al interlocutor a llegar a la respuesta correcta, creando así un pequeño y divertido ritual que se transmite de generación en generación. No es raro que una pareja enmarque un telar con el acertijo con el que se conocieron bordado como forma de recordar ese feliz momento.